Lourdes martínez cabrera
El tema que nos ocupa, “El origen y la expansión del
cristianismo en la
Península. Arte romano en Hispania. Invasiones germánicas.
Visigodos y arte visigodo, el reino de Toledo”, es un apartado tremendamente
extenso y cuya primera complicación deriva precisamente de la simultaneidad
constante de hechos, tan seguidos y entremezclados que incluso hacen compleja
una definida periodización.
Suelen fecharse los inicios de las diversas alteraciones que
conducirían a la manifestación del periodo medieval ya en el 376, cuando la
presión de los hunos condujo a la solicitud por parte del Imperio de la ayuda
del Reino visigodo, que a cambio de su ayuda tuvo la oportunidad de
establecerse en Moesia con la ciudadanía romana.
A raíz de esto, sólo dos años después y debido ello a las
hambrunas y constantes conflictos, acabaría por estallar la conocida Batalla de
Adrianápolis, primera gran fracaso del Imperio y que permitió a los visigodos a
hacerse prácticamente con toda la Península Balcánica.
Pero no todo lo acaecido se limitaba a estos dos poderes, y
la inestabilidad que venían provocando los alanos y los sármatas además de los
hunos, obligó a los visigodos a iniciar una serie de grandes migraciones que
conducirían al establecimiento del Reino Ostrogodo en Pannonia a inicios del s.
V, lo que a su vez acabaría por derivar en la imposición del Reino Lombardo en
Pavía en el 572 tras su enfrentamiento.
Entre tanto, la crisis del Imperio Romano no cesaba, y
todavía en el 406-9 una serie de pueblos germanos franquearon los Pirineos para
irrumpir en Hispania, asentándose los suevos en Galicia, los alanos en la Lusitania y los vándalos
en los valles de Bética; algo que condujo a una nueva petición de socorro a los
visigodos, quienes abrocharían para situar su capital en Tolosa; en tanto que
os vándalos llegaron a recobrar la
Bética hasta que, esta vez por apoyo de los suevos, los
romanos lograsen expulsarles hasta África en el 428, quedando ellos en la Península Ibérica
hasta el 586 cuando fueran definitivamente derrotados por los visigodos de
Leovigildo con su instauración de la capital toledana.
Antes de esto en todo caso, ya se había producido un nuevo
intento de ataque por los hunos, bajo las órdenes de Átila, vencido gracias a
la coalición germano-romana de la
Batalla de los Campos Catalaúnicos del 451, suponiendo la
destrucción del imperio huno pero provocando la ocupación de la Britania por oleadas de
anglos, de sajones y de jutos. Otro duro golpe para Roma.
Golpe cercano temporalmente al que habría de suponer lo que
se ha considerado como la caída definitiva del Imperio, la victoria del 476 de
los hérulos de Odoacro frente a Rómulo Augústulo, que condujo finalmente a la
ocupación por Teodorico el Grande y su Reino de ostrogodos de la Península Itálica ;
consiguiendo un gran poder que le valdría para intervenir, con la reunión de
Loira, en los problemas que venían de los inicios del s. VI entre los francos
de Clodoveo y los visigodos de Alarico II.
Y es que cuando los francos, ya cristianos, derrotaron a los
aun arrianos visigodos tomando las Galias y desplazando al pueblo de Alarico a
Hispania, se creó una tensión que derivaría en serias luchas entre ambos
reinos; especialmente importantes a raíz de que los visigodos decidieran
ponerse del lado de los burgundios en el 500 tras la derrota por parte de los
francos a los turingos y a los alamanes.
En todo caso, de poco serviría la intervención ostrogoda, ya
que la explosión de la Batalla
de Vouillé fue precisamente el hecho que condujo a la ya nombrada instauración
de la capital visigoda en Toledo, cambiando el curso histórico de nuestra
Península, en especial a raíz de los
gobiernos de Leovigildo y su hijo Recaredo, encargados de unificar la península
y convertirse al cristianismo oficialmente.
A todo esto, además, habría que sumarle la exposición, no
sólo de las aportaciones culturales nuevas de pueblos como los visigodos, sin
duda el reino germano más culto de todos los tratados, renovadores esenciales
de la orfebrería y la arquitectura; sino también, incluso antes, de cómo el
cristianismo ya desde inicios del s. I, había supuesto una preocupación
continuada para los emperadores, una demostración de cómo su poder
gubernamental iba perdiendo peso y de la llegada de una nueva corriente
artística derivada de su reino que marcó la sucesión cultural, el
Paleocristianismo. Y es que para hablar de historia referir a la cultura es
fundamental, sobre todo en momentos de cambio tan radical como sería éste, en
inicios de la transformación social hacia el vasallaje y el feudalismo.
Pues bien, toda esta información tan compleja es la que se
debería hacerse llegar a los alumnos de segundo de la ESO , algo que cómo veremos por
el libro de 2011 de Anaya, el de 2003 de Edelvives y el de Santillana de 2012,
se hace de un modo escandalosamente superficial, ocupando apenas una o dos
páginas por cada libro.
En el caso de Santillana, ya desde el inicio se muestra un
tanto caótico al hablar primero del Bizancio y el Islam, aun cuando la invasión
musulmana fuera posterior, exponiendo a ambos reinos además de un modo que
puede llevar al alumnado a pensar que se relacionan con los germanos en los procesos
de invasiones.
Por otro lado, las referencias artísticas se omiten por
completo, y si bien incluye un cuadro de comentarios sobre la relación
visigoda-romana, reduce todos acontecimientos aquí narrados en un párrafo de
apenas cuatro líneas.
Seguido a ello, comenta en un epígrafe la cultura, gobierno
y sociedad de todos los pueblos germanos en conjunto, sin contar con las
diferencias que entre ellos existían aun siendo todos germánicos.
Ya en el caso de Anaya la situación no mejora demasiado,
resumiendo de nuevo en un solo epígrafe los sucesos acaecidos desde la caída de
Roma a la fragmentación del Imperio y la entidad de Bizancio.
En su caso, si bien ya so refiere algo más al arte visigodo,
poniendo incluso ejemplos y hablando de sus talleres, cambia su carencia
respecto al anterior en que sólo nombra dos de los pueblos germanos, los
visigodos y los francos, de los que además a los segundos sólo expone como un
pretexto para iniciar el tema de los carolingios.
Por último, en el libro de Edelvives, al principio del
bloque temático expone brevemente nuestra herencia romana respecto a las leyes,
las lenguas romances derivadas del latín, el urbanismo y la difusión del
cristianismo.
Sin embargo, no habla ni del proceso de invasiones ni de
ningún otro pueblo al margen de los visigodos, de los que al menos le
exposición es algo más completa que en los libros de texto anteriores gracias a
sus referencias sociales, administrativas y culturales.
Visto esto podemos hacer notar cómo cada editorial aborda el
tema de un modo muy diferente, y aun cuando comparten ciertos puntos positivos
como son la inclusión de un glosario de términos, mapas y líneas de tiempo, la
oferta de obras literarias y cinematográficas opcionales para el refuerzo del
alumno sobre el tema, y la propuesta de ejercicios de análisis de documentos;
por lo general tienen más defectos que virtudes.
Y es que, expuesto de un modo caótico y demasiado breve,
omiten por completo las referencias al origen del cristianismo y a la cultura
romana, y casi en su totalidad a la cultura visigoda y del resto de pueblos
germanos, entremezclados aquí no sólo entre ellos sino incluso con los
apartados dedicados al Islam, el Reino Carolingio y el Bizancio, lo que puede
provocar graves confusiones en el alumno.
La dificultad de expresar tanto y tan diverso contenido en
un espacio tan limitado y para estudiantes de esta edad es evidentemente muy
complicado, pero podría mejorarse notablemente, y para ello quizás buenas
propuestas serían la de asegurarse de la corrección del os mapas y las líneas
del tiempo así como de la mejora de los glosarios y la mejor diferenciación
entre pueblos, culturas etc., ya que, aun cuando no se les obligue a aprender
todas las fechas y nombres, si sería positivo que al menos supiesen contextualizar aproximadamente cada suceso, así como ser
capaces de entender la multiculturalidad del momento. Para esto, sería bastante
bueno que el profesor le hiciese llegar un listado con lo más destacado e
incluso el apoyo audiovisual para mejorar la comprensión.
Por otro lado y para finalizar, si bien esto suele ser más
complicado, sería acertado poder realizar alguna visita si no a alguna ciudad
con vestigios romanos, a alguno de los múltiples museos sobre la materia sitos
en Madrid; si bien en caso de no poderse hacer siempre cabe la posibilidad de
servirse de un catálogo de imágenes.
Orlandis, J., Historia del reino visigodos español, ed.
Rialp, Madrid, 2003.
Díaz, P. C., El reino suevo, ed. Akal, Madrid, 2011.
Tarracena Aguirre, B.,
Las invasiones germánicas en
España, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950.
Sin duda la complejidad y amplitud del tema y la forma de abordarlo excesivamente sintética y generalista en los libros de texto añade aún más valor a tu trabajo, a la hora de reorganizar y presentar la información histórica. Atendiendo únicamente a los libros de texto, es difícil comprender realmente cómo y por qué se producen las invasiones en el Imperio Romano y la penetración de los pueblos germánicos hasta la Península Ibérica. Tu exposición de las diversas batallas y tratados firmados con roma por los visigodos permite comprender con mayor claridad los movimientos de este pueblo hasta llegar a Hispania, y las razones que les fueron empujando cada vez más hacia el oeste, así como la conjunción de factores que les lleva a establecer finalmente su reino en la península con capital en Toledo.
ResponderEliminarOtro aspecto que me gustaría destacar entre las carencias que mencionas, es la absoluta ausencia de referencias al arte paleocristiano, que podría servir de excelente herramienta para mostrar la expansión del Cristianismo, así como el aprovechamiento de la iconografía romana por parte de los fieles para ilustrar los mensajes del mismo.
Muy acertada también me ha resultado la comparación realizada entre los contenidos y la forma de presentarlos de los diferentes libros de texto analizados, así como que hayas destacado sus puntos positivos.
Como último apunte, creo que sería necesario, más aún si se trata, entre otros asuntos, de abordar los detalles de la expansión del Cristianismo en la península, concederle mayor relevancia a la fe profesada por los visigodos, la conversión de Recaredo y la abjuración del arrianismo. Asimismo, no estaría de más comentar en qué consistía el arrianismo y remarcar la existencia de numerosas vertientes enfrentadas en cuanto a la concepción de la naturaleza de Jesús. Siguiendo esta misma línea habría que hacer mención al menos de la figura de Wulfila, monje del siglo IV que tradujo la Biblia a la lengua de los visigodos y que les introdujo al cristianismo arriano.
En definitiva, creo que has realizado un excelente trabajo de análisis y reconstrucción, y has realizado interesantes propuestas de modificación, para un tema amplio y complejo, abordado con poca fortuna en los libros de texto.
También yo considero que tu trabajo es espléndido dada su tremenda complicación.
ResponderEliminarA la escasez de contenido se une aqui, de nuevo, una confusa ubicación de los temas. Hecho que considero muy grave pues lleva al alumno a perderse totalmente y a ser incapaz de situar los períodos correctamente. Lo he comprobado en mis textos y ocurre exacatamente igual. Enorme tarea para el profesorado conseguir que el alumnado disponga de una información clara.